Experimenté la paz a pesar de que mi mente se encuentre en constante guerra y viviendo muchas vidas en distintos cielos. Siempre me refugiaré en el lúgubre espacio de tu corazón, donde escuchamos el cantar de las aves que se asoman luego de la tormenta.
¿Podré dejar de mirar hacia atrás sin sentir que una parte de mí va muriendo?
La vulnerabilidad que significa exponerse abiertamente a alguien con el fin de ser y amar es un riesgo tan tentador, apetecible. Acostumbrada al pasadizos de hielo que siempre acaba en agua.
Los ecos de una historia que termina donde empiezan las luces del próximo alba que no se atemoriza de los cambios de estación. Que abrumador caminar del reloj incesante que marca cada herida en mis memorias. El deseo imperioso de acariciar la herida abierta de memorias no natas de mi andar.
Te sentí antes de tocar, te pude apreciar antes de mirar y te amé antes de saber que era el amor. Serás siempre el primer ápice de sol pero no la última sensación de calidez, la intensidad infinita que se entrelaza en la inocua línea de la vida siempre será
